Una vez más, durante la apertura de las sesiones ordinaria del Congreso, asistimos a un acto de prepotencia, de avasallamiento de las instituciones, de un nivel de burla al pueblo argentino solo comparable con los discursos menemistas, cuando la presidenta, por un lado, pide justicia por los crímenes de lesa humanidad, pero al mismo tiempo, comete maniobras para pagar la deuda ILEGAL, contraída durante la dictadura.
No son temas separados, que nada tienen que ver entre si, pues el genocidio fue la herramienta utilizada por los sectores concentrados de la economía: empresas “nacionales”, empresas extranjeras y bancos, para enriquecerse a costa del hambre y la desocupación de millones de argentinos y argentinas.
Luego, fue esa misma deuda, declarada ilegal por la justicia federal después de 18 años de investigación, la que se utilizó como mecanismo para desguazar el Estado, privatizaciones y corrupción mediante, que derivaron en la crisis del 2001 y posterior heroica pueblada.
Pareciera ser que los k no se dieron cuenta de que la sociedad cambió, que ya no se traga sapos, menos tan grandes, y que la perdida de apoyo fue, justamente por este doble juego: discurso progresista y medidas conservadoras, cuando no antipopulares.
Mientras el gobierno decide cumplir con los estafadores destinando mas de 6500 millones de dólares, los estafados: el pueblo argentino, principalmente los trabajadores y los sectores mas humildes, siguen sufriendo las consecuencias de la “gran estafa al pueblo argentino” (como la califico Alejandro Olmos, impulsor de la denuncia judicial sobre la deuda) pagando con millones de hambreados, cientos de miles de trabajadores en negro, millones de jóvenes que no tienen empleo, ni pueden ir a la escuela.
Avasallando las instituciones, como lo acaban de hacer los k, para priorizar los intereses de los grupos financieros son las razones por las cuales se agrando la brecha entre los que mas ganas y entre los que más tienen. Esta medida antipopular, no beneficia más que a los especuladores financieros.
Nosotros sostenemos que esa plata debe ser destinada a emprendimientos productivos y aumento de sueldos; a mejorar la calidad de vida invirtiendo en salud y vivienda; garantizar el acceso a la educación en todos sus niveles implementando el boleto estudiantil a nivel nacional y más becas para los hijos de los trabajadores y de los desocupados.
Está más que claro que el gobierno no hará nada de eso, por eso debemos seguir construyendo la fuerza social y política que necesitamos para llevar adelante un verdadero programa progresista, donde los intereses populares sean la prioridad y no la variable de ajuste.
Las condiciones están dadas para seguir construyendo de ese movimiento nacional, popular y latinoamericanista, que haga realidad el “que se vayan todos”, que tenga como protagonista a la sociedad movilizada y organizada para la realización y concreción de las reformas. Es sólo cuestión de decidirse a ser protagonistas, pues los héroes individuales no existen.
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