sábado, 27 de marzo de 2010

La plaza disipa los miedos, no nos divide sino que nos une.

Por: Juan P. Ruiz

Ayer se llenaron las principales plazas del país, principalmente la plaza de mayo. Miles de argentinos y argentinas se movilizaron masivamente e hicieron una demostración impactante del consenso que la lucha por los derechos humanos tiene en la sociedad.

Todas las vertientes políticas, sociales y culturales que pertenecen a los sectores populares estuvieron en la plaza. Sindicatos, partidos, movimientos, intelectuales, organismos de DDHH, batucadas y bailarines, puestas teatrales, y muchos que fueron en familia o solos a encontrarse con amigos o compañeros.

Ya no es solo una marcha de “sectores medios”, estudiantiles y de la izquierda como se etiquetaba hace un tiempo a las movilizaciones del 24 de marzo; desde hace unos años y sobre todo ayer los trabajadores y desocupados aportaron masivamente a la convocatoria.


Las plazas de todo el país mostraron, además de la diversidad, la forma en cómo se estructura y se organiza el campo popular. Mostró las diferencias, contradicciones y fricciones, pero mostró algo que los medios masivos de comunicación no muestran, y es el enorme capital político y social acumulado por el campo popular.

Las marchas de ayer no fueron una evocación solamente, tampoco se pueden limitar a la causa de los derechos humanos; lo de ayer desbordo todo eso y fue una enorme demostración de fuerzas de lo mucho que acumulo el pueblo desde la dictadura hasta hoy.
Sin embargo también hay que decir que a pesar de todo lo acumulado no hay o no se han construido todavía estrategias comunes que hagan confluir en forma unitaria semejante fuerza. De esas estrategias e identidades diferentes si se hicieron eco los grandes medios, para ellos si somos muchos es mejor mostrarnos divididos.

Pero volviendo a la fuerza acumulada intento imaginar como haría un gobierno de derecha o conservador para proponer planes de ajuste o represión en el futuro.
Sin llegar a sostener que la derecha va a ganar el próximo gobierno pero con la posibilidad real de que sean Scioli, De Narváez, Macri, Carrio o Cobos quienes gobiernen me pregunto: ¿Cómo van a hacer para implementar planes de ajuste? ¿Cómo van a hacer para reprimir? O mucho más allá ¿Cómo va a hacer para achicar el estado y aumentar la dependencia del país?

Los medios, la partidocracia, el establisment y los factores de poder saben de esta enorme fuerza acumulada, y también de los límites que todavía tiene; tal vez por eso no quiso el gobierno organizarla en su momento, ¿Cómo la frenarían después?


Cuando me hago esta pregunta recuerdo las enormes movilizaciones populares en contra de los indultos del Menem que sin embargo no pudieron frenar la aplicación del proyecto neoliberal. Allí harán pie los pesimistas para sostener sus análisis.

Pero nuestro pueblo hizo un 20 de diciembre y marco nuevos límites al poder, que indican un piso del que no será sencillo bajar. Es desde ahí que semejantes movilizaciones hacen caer en saco roto la invocación al miedo que desde muchos sectores “progresistas” se bate con el latiguillo de que “ojo que vuelve la derecha”. O que sostienen también que al gobierno no se le debe criticar nada porque sino “volvemos a los 90”, y se toleran la corrupción y la acumulación de riqueza personal de los dirigentes, los acuerdos con Scioli, De la Sota o De Narváez, o el regreso a los mercados de capitales y al endeudamiento externo.

Es mucho lo acumulado por el campo popular, es también firme el piso de derechos que hemos conquistado, se trata entonces de desafiar los límites del presente para construir el futuro de nuestro país. No es el miedo al pasado lo que debe condicionarnos. El neoliberalismo y sus representantes no tienen la fortaleza de antaño y en nuestro continente es donde están sucediendo las mejores experiencias en ese sentido, como las de Evo, Chávez y Correa.

En la plaza de ayer no estaba el PJ de Scioli, Gioja, De la Sota, Reuteman y los gobernadores, tampoco la UCR y la Coalición Cívica, muchos menos el PRO. Estaba el pueblo expresado en ciudadanos de a pie junto a sus familias, intelectuales; estudiantes y trabajadores; organizaciones, partidos y movimientos.

Una vez mas la plaza disipa los miedos, no nos divide sino que nos une.

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